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#Coahuila. Trizas y Trazos Por Antonio Zamora.

Para evitar chispoteos políticos por aquello de la veda electoral, el equipo de Trizas y Trazos decidió que hasta el lunes se retomarán esos temas, dos puntos y aparte:

“Cuando yo era niño, aún muy pequeño, mi padre compró el primer teléfono de nuestro vecindario. Recuerdo bien aquel aparato negro y brillante que se hallaba sobre la cómoda de la sala…

Yo era muy chico para alcanzarlo, pero escuchaba fascinado mientras mi padre hablaba con alguien…

Un día descubrí que dentro de aquel objeto maravilloso vivía una persona fantástica. Se llamaba “Información, por favor” y no nada que ella no supiera. “Información, por favor” podía suministrar cualquier número de teléfono y hasta la hora exacta…

Mi primera experiencia personal con ese genio de la botella ocurrió un día en que mi mamá se encontraba fuera, en casa de unos vecinos, echándose el chal con los temas del día…

Debajo de la escalera había muchas herramientas y mientras revolvía, me di santo trancazo con el martillo en un dedo. El dolor era terrible, pero no tenía motivo para llorar, ya que no había nadie para consolarme…

Anduve por la casa poniéndole saliva al dedo adolorido, hasta que pensé: “El teléfono”…

Rápidamente coloque un banquito que coloque frente a la cómoda de la sala. Me subí a la escalera, descolgué el auricular del gancho y lo apreté contra mi oído…

Alguien atendió y dije: “Información, por favor”…

Oí dos o tres clicks, hasta que una voz suave y nítida habló en mi oído…

“Información, Dígame”…

“Me he golpeado el dedo..” y las lágrimas llegaron con toda felicidad, pues ahora si tenía audiencia…

¿Tu madre no está en casa? preguntó ella…

“No, no hay nadie”, sollozaba…

¿Estás sangrando?

“No, pero me he golpeado con el martillo y me duele mucho”…

Pues abrir la puerta del refrigerador?

Respondí que sí…

“Entonces coge un cúbito de hielo y póntelo en el dedo”, dijo la voz. Tras aquel día, yo conectaba con “Información, por favor” por cualquier motivo…

Ella me ayudaba con mis dudas de Geografía y me enseñó donde estaba Filadelfia. Me ayudó con los ejercicios de matemáticas. Me enseñó que la pequeña ardilla que traje del monte tendría que comer nueces y frutas pequeñas…

Cuando Capitán, mi primer perro con ese nombre se murió, llamé a “Información, por favor” y le conté lo ocurrido. Ella me escuchó y comenzó a hablar de esas cosas que se le dicen a un niño que está creciendo. Pero yo me sentía inconsolable y preguntaba:

“¿Por qué tienen que morirse las mascotas que también dan alegría a los demás?

“Recuerda, me decía la voz, que siempre existen otros mundos donde también se puede correr o traer una pelota. De alguna manera, después de la plática me sentí mejor…

Al día siguiente, allá estaba yo de nuevo. “Información. Dígame, dijo la voz ya tan familiar. ¿Usted sabe cómo se escribe excepción?

Después nos mudamos y añoraba a mi amiga. “Información, por favor” que pertenecía a aquel viejo aparato telefónico negro, y yo no sentía ninguna atracción por nuestro nuevo teléfono blanco que se hallaba sobre la cómoda de la nueva sala…

Pasó el tiempo y fui creciendo, pero los recuerdos de aquellas conversaciones infantiles nunca se alejaron de mi memoria…

Frecuentemente, en momentos de duda o perplejidad, he intentado recuperar el sentimiento de seguridad relajada que tenía en aquel entonces…

Hoy puedo comprender lo muy paciente, comprensiva y dulce que fue aquella mujer al perder su tiempo en atender las consultas de un niño…

Algunos años después de la Universidad y de regreso acá, hablé por teléfono con un amigo. Entonces casi sin darme cuenta marque el número de la operadora y pedí: “Información, por favor”… .

Como en un milagro, escuche la misma voz dulce y clara que tan bien conocía: “Información. Dígame…

“¿Usted sabe cómo se escribe excepción? pregunté. Se produjo una larga pausa. Luego una suave respuesta:

“Tu dedo ya está mejor, ¿verdad?. Me eché a reír. ¡Así que es usted misma! No se imagina lo importante que fue para mi en aquel tiempo”…

“Si que imagino. Y tú sabes cuánto significaba para mí aquella comunicación. No tengo hijos y me pasaba el día esperando tu llamada”…

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